Hay un gran camino hasta llegar a hacer un buen café ya que la calidad depende ante todo de la materia prima.
El origen de la llamada “bebida intelectual” se remonta a muchos siglos atrás.
Se trata de un arbusto perennifolio de origen tropical perteneciente a la familia de las Rubiáceas del género Coffea.
Su hallazgo, según una leyenda popular, ocurrió en Etiopía, donde un pastor abisinio observó que las bayas de esta planta avivaban bastante a sus ovejas.
El café pronto se convirtió en una bebida popular entre aquellas gentes.
Los turcos lo introdujeron en Europa, donde empezaron a abrirse muchos cafés de moda. Según algunos estudiosos, en Italia la primera “cafetería” se abrió en Venecia en 1640.
Desde Europa, el café se propagó a ultramar: con los holandeses a las colonias de Java y las Indias; con los franceses a Nueva Guinea y Haití, y a Brasil gracias a los portugueses.
A lo largo de los siglos, la historia y la leyenda se han entrelazado hasta nuestros días y han hecho del café uno de los rituales sociales más populares y queridos.
Es cierto que los gustos pueden diferir, pero el placer de una taza de café es el mismo en todos los lugares, porque con el café “cada intervalo es un momento especial”.
Las dos principales especies de café conocidas en el mundo son Arábica y Robusta y cada variedad, también llamada “origen”, se singulariza por su cuerpo y sabor, más dulce o más amargo.
El Arábica proporciona un café muy aromático, de sabor dulce y redondo, con un agradable toque de acidez. El robusta, en cambio, genera un café con más cuerpo, sabor más fuerte y menos aroma.
En nuestra central de tostado se mezclan simultáneamente hasta diez orígenes de Arábica y Robusta procedentes de distintas regiones del mundo.
Dedicamos gran atención a seleccionar granos de café verde directamente de los países de origen, preocupándonos por cómo se cultivan y cosechan. La selección de la materia prima comienza acercándonos a los proveedores de café verde que comparten nuestra visión: cumplir y mantener unos estándares de alta calidad, producir un café delicioso y lograr que los clientes estén más satisfechos.
El siguiente paso es el transporte. El café verde viaja por mar en sacos de yute, de unos 60 kg cada uno, para favorecer la circulación del aire y eliminar el riesgo de moho, hongos nocivos y condensación. Tras pasar por los depósitos aduaneros y superar todos los controles de calidad y conformidad, se envía al tostadero, donde nuestro maestro tostador, como si fuera un jefe de cocina, elige el perfil de “cocción” adecuado según las recetas transmitidas de padres a hijos.
El café se tuesta a una temperatura de 160° a 250°C durante 8 a 12 minutos. Los granos pierden peso y aumentan de volumen, volviéndose oscuros y desmenuzables. Es en esta fase cuando el café logra todo su aroma.
A este punto, el café tostado se envía a los silos de almacenamiento, listo para su envasado.
Los granos de café se envasan en sacos de 1 kg en una atmósfera con válvula unidireccional, mientras que para las vaimonodosis E.S.E. y las cápsulas, los granos de café, sacados de los silos, se muelen frescos y se envasan enseguida en una atmósfera modificada para preservar su frescura y aroma durante mucho tiempo.
Además, se realizan análisis y pruebas de sabor por muestreo del producto acabado para garantizar un placer único en cada sorbo.
La combinación de estas medidas constituye la receta de un ciclo de producción que ofrece como resultado un café de alta calidad.